Como hemos expresado con anterioridad, la fe no necesariamente debe considerarse como un fenómeno unívoco, a pesar de que su carga semántica tenga una fuerte inclinación hacia la religiosidad. Aunque la fe comprende naturalmente la espiritualidad o la idea de relacionarse con el Ser Supremo que nos sustenta, la fe tiene una serie de enfoques que pueden desarrollarse desde diferentes plataformas, como por ejemplo, las relacionadas con lo místico, lo sagrado y diferentes valores como el respeto a la vida, la libertad, la justicia, etcétera. Realmente, lo importante en la Oidaterapia es que el desarrollo y expresión de la fe apunte al bienestar del ser y la sociedad, en el proceso de construcción de la vida propia y la contribución para un mundo mejor.
En este orden de ideas, las Oidartes o la aplicación de la Oidaterapia en el arte, plantean la sanación del individuo a través de la creación artística. La fe es una experiencia interior que nos vivifica en todo nivel e implica la necesidad de que tomemos una posición activa y responsable dentro del mundo, con una conciencia que comunique nuestros ideales, vivencias de transformación y evolución, a través de la concreción en lo que podría llamarse ‘la obra de arte’. Tanto la fe en el Ser Supremo, como la fe en un mundo mejor, son diferentes plataformas de un mismo fenómeno que puede desarrollar en nosotros paulatinamente la verdadera transformación y sanación.
Las Oidartes: medio y fin en sí mismo
La genialidad del ser humano es un reflejo del Supremo Creador, un regalo potencial que cada alma puede desarrollar y que cumple su razón de ser cuando se ofrece en sintonía con el Amor Supremo que lo ha concebido. Por ello, el arte abre las puertas de un universo donde el alma se puede elevar.
Las Oidartes promueven los maravillosos efectos que se adquieren al ejercitar el poder creativo en el ser humano, redireccionando su talento hacia metas trascendentales, como un proceso de sanación que al tiempo cumple con la meta más elevada a la cual puede encumbrarse el arte.
Por una parte, el sólo hecho de que dediquemos tiempo a la creación artística implica un enriquecimiento importante para nuestras vidas, en especial, si sentimos que ninguna actividad puede llenar las necesidades primordiales de nuestro ser. Más aún, si aceptamos una disciplina en la que se estimule el mejoramiento progresivo de la técnica y creaciones artísticas, en donde la obra y el proceso de creación serán como un reflejo de nuestro avance interno.
Por otra parte, se puede ver esta manifestación de arte consciente como resultado o consecuencia del gozo y paz que experimentamos cuando entramos en contacto con lo sagrado y con los valores superiores de la existencia. Ya sea por la vida espiritual, la lucha por ideales altruistas o la consecución de una vida coherente y armónica, hay una necesidad y una posibilidad de manifestar estas vivencias en el arte como síntoma de intensa emoción, alegría y un nivel de conciencia elevado al que llegamos a través del desarrollo de amor por el Supremo, nuestros semejantes y nuestro entorno.
¿Cuáles son las Oidartes?
No hay parámetros estrictos para calificar o etiquetar una práctica o expresión como Oidartes, sino más bien el común denominador dado por su enfoque en la fe como terapia, expresión, motivación, inspiración, propósito, función y/o proyección.
Las Oidartes nos permiten entender el arte como un vehículo a través del cual podemos expresar nuestros sentimientos, emociones y otras manifestaciones del ser que no se pueden exteriorizar de manera racional o a través un lenguaje convencional. Por ello, las Oidartes constituyen una aplicación terapéutica, por medio de la cual cada uno de nosotros puede literalmente sacar todo aquello que sea causa de algún malestar interno o desarmonía.
El arte desde este enfoque es una motivación esperanzadora y sanadora para nuestras vidas, que busca llevarnos desde la miseria y el contradictorio drama de la condición humana, hacia una plataforma trascendental donde encontramos alivio, claridad, fortaleza y sobre todo felicidad. Por esta razón, desde las Oidartes se abre toda una gama de posibilidades para expresar nuestro estado interno a través del embellecimiento, y el culto a lo bello y sublime como primera instancia.
Históricamente conceptos de belleza han demostrado ser permeables y dependientes de muchos factores subjetivos y contextuales. Sumado a esto, existen grandes discusiones sobre qué es arte y qué no. No sólo por cuanto los límites entre artesanía, producción industrial de obras y obras de arte son difusos, sino también porque a partir del siglo XX, conceptos como lo feo, disonante, desigual, incluso lo grotesco, atroz y repulsivo fueron revaluados por movimientos artísticos de vanguardia, ampliando la gama de expresiones que pueden considerarse arte.
Aunque el objeto de este escrito no es entrar en esta compleja y casi interminable polémica dentro de la estética del arte, cabe aclarar que dado que el arte es ante todo una forma de comunicación, Oidartes plantea una disyuntiva interesante frente al arte de la decepción, del absurdo o del mero entretenimiento.
Por ello, incluimos en Oidartes a toda obra, actividad, práctica o enseñanza relacionada con el arte que se identifique con uno o varios de los criterios generales que se enumeran a continuación:
• Promover en el ser una mejor conducta cívica, correspondiendo ésta con las pautas de comportamiento que mejoran nuestra convivencia social basada en el respeto al prójimo, el medio ambiente y los bienes públicos.
• Aumentar nuestra sensibilidad amorosa hacia otras entidades vivientes.
• Incrementar nuestro sentido de responsabilidad para con la Madre Tierra y por ende, procurar su protección y preservación.
• Incentivar la protección de los indefensos y desvalidos que son explotados por aquellos que hacen un ejercicio injusto del poder, o contra las circunstancias de manipulación y aprovechamiento indebido.
• Promover la protección y unión de la propia familia, así como de la familia universal.
• Ayudar a mejorar nuestra salud física, psicológica y espiritual.
• Animar a profundizar la búsqueda de la verdad y el amor en las grandes tradiciones místicas.
• Procurar el rescate de los valores culturales ancestrales de sanación y la toma de conciencia constructiva y positiva.
• Expresar una crítica constructiva y analítica de las circunstancias que nos rodean.
• Promover y profundizar la fe sincera en nuestro propio camino espiritual.